La liquidez lo es todo

Una tormenta de señales restrictivas

En las últimas semanas se han acumulado varios factores que han enfriado el ánimo inversor.

Por un lado, Scotty Bessent, asesor económico cercano a Donald Trump, declaró que el Gobierno de Estados Unidos seguirá absorbiendo liquidez del mercado para llenar la cuenta del Tesoro, y —lo más sorprendente— que el dinero recaudado a través de los aranceles se destinará a reducir deuda.

Sobre el papel, suena a política responsable. Pero para los mercados, esta combinación es especialmente negativa:

  • Reducir deuda pública implica emitir menos bonos.
  • Menos bonos significa menos colateral disponible para crear dinero mediante operaciones de apalancamiento (repos, derivados, préstamos).
  • Y si hay menos dinero en circulación, los activos de riesgo se resienten.

El Tesoro aspira a ingresar más de 300.000 millones de dólares en 2025 solo por esta vía. Es, en esencia, un freno fiscal, en un momento en que los mercados habían empezado a descontar una nueva fase de expansión monetaria.

A este contexto se suma la publicación de un estudio del MIT que cuestiona el verdadero impacto de la inteligencia artificial en los beneficios de las grandes tecnológicas. Según el informe, el 95% de las compañías que han invertido en IA aún no obtienen retorno alguno. Esto contribuyó a una corrección notable del sector.

 

Pero entonces… apareció Powell

Cuando todo apuntaba a una corrección más profunda, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, dejó entrever un posible giro en la política monetaria, indicando que el banco central podría flexibilizar su postura si la evolución del mercado laboral así lo requiere. Vamos, que va a bajar tipos en septiembre.

Este simple cambio de tono fue suficiente para frenar la caída de finales de agosto. Y para que muchos se pregunten:

¿Estamos ante una escenificación fiscal para forzar una bajada de tipos?
¿O realmente vamos hacia una etapa de austeridad monetaria sostenida?

Mi impresión es que si esta austeridad va en serio, no durará mucho.

Porque este sistema necesita liquidez para seguir funcionando.
Porque los mercados se han hecho adictos al dinero barato.
Porque sin nueva deuda, sin nuevos estímulos, no hay crecimiento financiero que lo sostenga todo.

La historia reciente lo demuestra: cuando el sistema empieza a frenar… vuelven a abrir el grifo.

Podremos ver sustos, correcciones, mensajes duros desde los bancos centrales.

Pero al final, si algo no puede faltar en este juego, es el combustible monetario.

Y por eso, por muy ruidosas que sean algunas señales, mi apuesta es que la liquidez volverá.
Porque este tren, sencillamente, no hay quien lo pare.