Dejamos atrás un 2021 que recordaremos como un año extraño. Es cierto que en general los índices se han comportado bien pero si analizamos por sectores, países y sobre todo por momentos, los mercados no han tenido un comportamiento uniforme.
El 2021 ha sido un año en el que hemos vivido situaciones extraordinarias como que valores sin ningún interés han tenido revalorizaciones importantes por el empuje de grupos en redes sociales. Hemos tenido valores tecnológicos que han multiplicado por 3 y otros que han dividido entre 2, hemos visto como el SP500 marcaba máximos históricos con los datos de inflación más altos de las últimas décadas y hemos asistido a la irrupción de una clase de activo nuevo como son las criptomonedas que nos han regalado volatilidades de más del 50%.
La salida de la crisis sanitaria que ha estado repleta durante el año de noticias contradictorias ha hecho que, aunque el balance final haya sido positivo, no haya sido nada fácil de gestionar durante el año. En este sentido el 2021 ha sido un año en el que ha habido que girar las carteras desde una renta variable orientada al crecimiento (y que tanto nos dio en 2020) a unas carteras más mixtas, en el que había que tener presencia en sectores más cíclicos que despertaron a finales del 2020.
Estamos acostumbrados a que la renta variable suba o baje al unísono, con distinta intensidad eso sí, pero en la misma dirección. Este año no ha ocurrido así y como se ve en el gráfico de abajo hemos tenido periodos en los que, cuando los valores de crecimiento subían los valores tradicionales bajaban y viceversa, cuando el valor subía el crecimiento bajaba.


En el gráfico de arriba, la línea azul representa los valores de crecimiento y la roja los valores value. Se observa que cuando el crecimiento baja (círculos) el value sube y cuando el crecimiento sube (flechas) el value no lo hace.
Además, y esto es muy importante, la mayoría por no decir la totalidad de las revalorizaciones se han obtenido en el primer trimestre por lo que quien haya entrado a partir de entonces se puede haber encontrado sin plusvalías en un año positivo en los índices.
Por último, como ha sido un año en el que hemos girado las carteras para tener ambos tipos de renta variable, en función de en qué fecha se haya hecho el cambio se han podido tener rentabilidades muy dispares a fin de año.
Ha sido extraordinario ver como dos personas con el mismo fondo tenían rentabilidades acumuladas muy diferentes durante el año debido, como decimos, al momento de entrada. Los movimientos han sido bastante bruscos tanto al alza como a la baja reaccionando con rapidez ante las distintas noticias que teníamos sobre la crisis sanitaria y eso ha hecho que entrar un día u otro cambie la rentabilidad del fondo de salida y entrada.
En Renta fija hemos tenido el único tipo de renta fija que se podía tener, esto es High Yield americano y europeo, que como vemos en el gráfico es lo único que ha aguantado el mal momento de la renta fija.


¿Que podemos esperar del 2022?
Sobre el papel tenemos un endurecimiento de las políticas monetarias por parte de los bancos centrales, sobre todo el americano que anticipa tres subidas de tipos para el 2022 y reduce su programa de compras. Esta decisión, que está provocada por los datos de inflación y los mejores datos de actividad económica, no es algo que beneficie a los mercados en general.
La renta fija no tiene demasiado margen de subida con este entorno de tipos cero y sus rentabilidades pasadas y potenciales no justifica la volatilidad que hay que asumir para conseguirlas. Incluso con una vuelta a políticas monetarias más laxas que hiciera subir los precios y bajar las tires pensamos que el recorrido sería corto.
En un entorno de tipos cero de manera crónica en el que desaparece la rentabilidad libre de riesgo tenemos como única alternativa la renta variable que, aunque es probable que no lo haga como este año, no tiene por qué hacerlo mal a pesar de la retirada de apoyo por parte de los bancos centrales.
Esperamos una normalización de los beneficios empresariales y del crecimiento económico que estaban siendo extraordinarios por el efecto base que supone compararlos con un momento de parón. Esto puede provocar volatilidad y que haya correcciones más pronunciadas de lo visto en los últimos 18 meses. Esto es algo que no nos debería de preocupar en exceso puesto que forma parte de las reglas de juego y puede aprovecharse para posicionarse. Tampoco es normal que la caída más grande post covid haya sido del 10% en septiembre del 2020 por lo que podemos empezar a verlas.
Las bolsas siguen recibiendo flujos de dinero y se presentan como el activo más rentable, aunque solo sea por descarte. Esa rentabilidad además, no está pidiéndonos que asumamos demasiado riesgo en los últimos meses en los que las caídas no superan el 5%. Esto último pensamos que es lo que puede cambiar en el 2022 pero no por ello pensamos que haya que dejar de invertir en renta variable.
En cuanto a qué tipo de renta variable pensamos que hay que seguir teniendo presencia tanto en sectores value como en sectores growth debido a que siguen alternando su comportamiento. Eso sí, debido a que las subidas de tipo perjudican más a las empresas de crecimiento pensamos que lo prudente es tener empresas de gran capitalización en donde se observan movimientos más estables.
Geográficamente creemos que la valoración está del lado de Europa y la fiabilidad del lado de Estados Unidos por lo que no pensamos que haya que abandonar la inversión al otro lado del charco totalmente. Este año, al igual que el anterior y el anterior, hay consenso entre los analistas de que este es el año de Europa pero lo cierto es que la bolsa americana sigue marcando el ritmo año tras año. Es cierto que la valoración favorece a Europa y momento del ciclo económico es peor en EEUU ya que ha empezado antes con el endurecimiento de sus políticas económicas, pero salirse de la bolsa más rentable del mundo nos parece arriesgado.
Respecto a Asia y más concretamente China pensamos que a pesar del gran potencial que tiene, no está atravesando por un buen momento y este puede tardar en terminar, por lo que los porcentajes de inversión, si se tienen, deberían de ser pequeños y siendo conscientes de que es una inversión de medio o largo plazo.