Mal semestre… ¿y ahora qué?

Terminó el primer semestre del año con unos resultados desalentadores para los mercados. En renta fija no se recuerdan unos descensos como estos y la renta variable no se ha comportado mucho mejor. El SP500 (-20%) no caía tanto en un semestre desde 1970. Europa ha caído otro tanto y el índice tecnológico Nasdaq (-30%) no había caído nunca tanto en 6 meses.  

Podíamos entrar a analizar los motivos de estos descensos pero creo que es mejor dejarlo para otro momento y analizar lo que puede ocurrir en adelante.

Lo primero que nos viene a la cabeza es que sería una locura que los resultados se duplicaran, es decir que el siguiente semestre sea como el anterior y terminemos el año con caídas del 40% en los índices generales europeo y del 60% en el tecnológico. Nada es imposible pero creo que es improbable.

Me hago eco de un artículo de Matthew Lynn en el Economista en donde dice que un terrible comienzo de año suele venir seguido de una segunda mitad mucho más fuerte.

Según comenta, el SP500 ha bajado 15% o más en la primera mitad del año en seis ocasiones desde 1930. En cada una de esas seis ocasiones la segunda mitad del año mostró un fuerte rebote con ganancia media de un 22%.

En 1970 donde había indicios de estanflación como ahora, el SP500 cayó un 21% en los primeros seis meses pero luego subió un 26% en los seis meses siguientes. En 1962 el mercado cayó un 26% hasta julio y luego rebotó un 15% al llegar la navidad.

Es verdad que los motivos de las caídas y de las posteriores recuperaciones difieren en cada ocasión pero el patrón es el mismo. Después del pesimismo y las grandes caídas aparecen los descuentos y es donde vuelve a entrar el dinero.

Hago un paréntesis para distinguir entre acciones e índices. Mientras que una acción puede llegar a valer cero, un índice, que está compuesto por las empresas de mayor capitalización y que es un selectivo de donde se van las peores y entran las mejores, es difícil que experimente caídas de tanta magnitud. En él hay negocios consolidados muy rentables en los que grandes caídas suponen grandes descuentos que son aprovechados.

Es verdad que el pasado no tiene por qué explicar el futuro pero hay ciertos patrones que se repiten porque los mercados están compuestos por personas y estas actúan con los mismos miedos y la misma codicia.

Lo dicho hasta ahora sirve para darnos cuenta de que todo pasa. Ahora bien, cuándo va a pasar y en qué medida dependerá de los datos que vayamos obteniendo en la economía.

Hay un escenario positivo en el que la inflación toca techo y empieza a moderarse como consecuencia en parte de la bajada de las materias primas (ya lo hemos visto en Junio) y también como consecuencia de las subidas de tipos de interés que frenan el consumo. Además, se puede llegar a un acuerdo en Ucrania que reduzca tensión a las cadenas de suministros y se relajen los precios también por el lado de la oferta.

Si algo de esto ocurre es probable que las políticas monetarias restrictivas se relajen. Si se empieza a descontar que los tipos no van a subir tanto o que están en el horizonte nuevas bajadas porque la inflación se controla y el crecimiento es débil, las bolsas tirarán con fuerza.

El escenario negativo es que no ocurra nada de esto. Si la guerra se enquista y las subidas de tipos no tienen efecto sobre la inflación y sí sobre el crecimiento, la bolsa tardará mucho más en recuperar.

No sé cuántas posibilidades habría que asignarle a cada escenario. Lo que sabemos es que la bolsa hará nuevos máximos en el futuro y que dependiendo de si se cumple un escenario u otro tardaremos más o menos.

La pregunta que nos tenemos que hacer es si somos capaces de esperar e incluso de asumir nuevas caídas antes de que llegue la recuperación. Eso va a depender de nuestra aversión al riesgo y de como esté construida nuestra cartera.