Las pensiones públicas son, para la gran mayoría de los jubilados, la principal fuente de ingresos tras dejar la vida laboral. Por eso, es comprensible que exista inquietud sobre su sostenibilidad. ¿Podremos seguir contando con ellas dentro de 10, 20 o 30 años? ¿Serán suficientes para vivir con tranquilidad?
Responder a estas preguntas requiere entender cómo funciona el sistema y cuáles son los desequilibrios que lo amenazan.
Un sistema basado en la solidaridad intergeneracional
El sistema de pensiones en España es de reparto. Esto significa que los trabajadores actuales financian las pensiones de los jubilados. Tus cotizaciones no van a una «hucha» personal, sino que sirven para pagar las pensiones de hoy. Y cuando tú te jubiles, dependerás de lo que coticen los trabajadores del futuro.
Por tanto, para que el sistema sea viable:
- Tiene que haber suficientes personas trabajando.
- Sus salarios (y por tanto sus cotizaciones) deben ser suficientes para cubrir las prestaciones.
Y en ambos frentes tenemos problemas.
Cada vez menos aportantes
- Nacen menos niños
La tasa de natalidad en España es de las más bajas del mundo: 1,23 hijos por mujer. Esto implica que hay menos jóvenes que puedan incorporarse al mercado laboral en el futuro.
- Hay mucho paro juvenil
A esto se suma que muchos de esos jóvenes no consiguen empleo. Si no trabajan, no cotizan. Y si no cotizan, el sistema pierde recursos.
- Los salarios son bajos
Los jóvenes que sí trabajan, lo hacen con sueldos mucho menores que generaciones anteriores. En muchos casos, entre un 30% y un 50% menos. Por tanto, su capacidad de contribuir al sistema también es menor.
- Se necesitan más cotizantes por cada jubilado
Si a una persona jubilada se le promete una pensión alta respecto a su última nómina (lo que se llama tasa de sustitución), y quienes trabajan ganan menos, hacen falta más trabajadores por cada pensionista. Pero precisamente hay menos jóvenes y no todos trabajan.
Cada vez más beneficiarios
- Vivimos más tiempo
La esperanza de vida en España es de las más altas del mundo (83,75 años). Hace 50 años, vivíamos 10 años menos. Esto significa que los jubilados cobran la pensión durante más tiempo.
- Los nuevos jubilados cobran más
Cada nueva generación de pensionistas tiene una carrera laboral más larga y mejor remunerada que la anterior, lo que hace que sus pensiones sean más altas que las de quienes fallecen.
- Las necesidades aumentan
Vivir más también implica, en muchos casos, requerir cuidados o asistencia en los últimos años de vida. Eso supone mayores gastos y más presión sobre el sistema.
Las reglas también cambian
Las reformas del sistema han ido endureciendo las condiciones para cobrar una pensión completa:
- Aumenta el número de años cotizados necesarios.
- Se retrasa la edad legal de jubilación.
- Se amplía el período de cálculo de la pensión.
Todo ello apunta a que, aunque el sistema se mantenga, el importe de las pensiones tenderá a reducirse en términos relativos. Es decir, la pensión podría seguir subiendo en euros, pero representar un porcentaje cada vez menor respecto al último salario.
Hacia una pensión como complemento
La tasa de sustitución en España ronda hoy el 73% para salarios medios. Pero los expertos coinciden en que este porcentaje deberá reducirse para que el sistema sea sostenible.
En otras palabras: la pensión pública seguirá existiendo, pero probablemente no será suficiente para mantener el mismo nivel de vida que teníamos en activo.
Entonces, ¿Qué podemos hacer?
La conclusión es clara: si queremos una jubilación tranquila y sin apuros, debemos complementar la pensión pública con ahorro privado.
No se trata de alarmar, sino de prepararse. Cuanto antes se empiece, más fácil será construir ese complemento que necesitarás en el futuro.
📌 Confiar solo en el Estado para nuestra jubilación es como subirse a un tren sin saber si llegará o como llegará a destino. Mejor llevar también nuestro propio mapa.